jueves, 15 de septiembre de 2011

Abrazos caseros de una gran brevedad

Rechazo la excusa de costumbre, de aburrimiento. El amor recíproco, tal como lo considero, es un dispositivo de espejos que me remiten a los mil ángulos que puede adquirir para mí lo desconocido, la imagen fiel que amo, siempre mas sorprendente de adivinación de mi propio deseo y más dorada vida. La extravagante apuesta de los amantes es unir la intensidad y la duración, el agua y el fuego, con el riesgo de perder lo uno y lo otro. Porque el tiempo ejerce sobre nuestras ganas más locas el poder de disolución. Nuestras parejas mueren no de decepción, sino debido a una idea demasiado elevada de sí misma. Se sobrecarga la barca, se llena con tales esperanzas que luego naufragan. Todavía creo en el gran amor. Pero en lo que hay que creer es en las personas vulnerables, imperfectas, no en una abstracción, por más admirable que sea... Hay gente que pregunta ¿Estarías dispuesto a morir por las personas que ama? Yo estoy más bien dispuesto a vivir con ellos. Hoy en día ya no es anarquía de comportamiento por lo que tememos, sino que a la desaparición de emociones. Alguna cosa que golpea a uno es lo que decide al otro a no continuar, y toman la decisión de partir juntos.
Es mejor avanzar al final que sufrir la decadencia. 

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